Madrid - 23 NOV 2020 - 07:58 CET
Extracto del artículo La ‘ley Celaá’ diseccionada por seis protagonistas
Un orientador, una psicóloga, un profesor de Religión, un padre de la concertada, la madre de una niña con discapacidad y otra que quiere más castellano en el aula cuentan cómo afecta a sus vidas la reforma educativa
Religión a la deriva
Al madrileño Pablo Coronado, diplomado como maestro de Educación Física, parte de la familia y de sus amigos le han recomendado que se recicle con unas oposiciones y deje de ser profesor de Religión, ahora que la asignatura va a perder fuerza en la escuela y puesto que no es funcionario. Sin embargo, él, padre de cuatro hijos, no tiene dudas: “La gente busca estabilidad, pero yo me sigo agarrando a lo que el Señor ha querido, y es educar a los niños en los valores que sus padres desean”.
Los acuerdos con el Vaticano de 1979 ―que el Gobierno quiere renegociar― impiden que salga de la jornada la clase de Religión, pero ahora esta materia no tendrá una alternativa. Aparecerá ―si el alumno elige Religión― en su boletín de notas, aunque no computará. Eso, de facto, supondrá que en la escuela pública o concertada no religiosa (minoritaria) muchos alumnos que la escogían para mejorar su nota en bachillerato ―en vez de Francés o Dibujo Técnico― o pensando en una beca no la cursen, lo que puede suponer una pérdida de puestos de trabajo de profesores de Religión, porque no son funcionarios ―son propuestos por el obispo y su sueldo lo sufraga el Estado―, sino indefinidos o temporales. “Se dice mucho que la Lomce [ley Wert] nos favoreció, pero dejó en manos de las comunidades la duración de las clases y en algunos sitios se imparte 45 minutos a la semana”. El Estado invierte al año 300 millones en el pago de los 12.994 profesores de Religión (datos del curso 2018-2019).
“Los acuerdos dicen que Religión tiene que tener un trato equiparable a las demás disciplinas fundamentales y no se va a cumplir”, se queja Coronado, que representa a los profesores de esta materia en el sindicato ANPE. “Lo que se está haciendo en España es ir a contracorriente de Europa”, enfatiza. En otros países ―no es el caso de Francia― hay una materia alternativa que plantea dilemas desde un punto de vista aconfesional. “Eso es lo que la Conferencia Episcopal ha propuesto al Gobierno. Una asignatura sobre de dónde venimos, hacia dónde vamos, la importancia del otro, los actos de solidaridad…”, enumera. Los obispos lamentaban este viernes que su propuesta “no ha recibido respuesta por parte del ministerio”.
¿Qué harán los escolares que no cursen Religión si no hay alternativa? La ley es muda, se deja en manos de los centros y las autonomías. Otro motivo de gresca mientras el PP lleva al Constitucional la ley Celaá.